lunes, 17 de diciembre de 2012

Shh, que nos van a oír. (III)

Conseguiste serenarte lo justo mientras me besabas pegándome a ti. Tus manos me recorrían con rapidez, indecisas de quedarse quietas en un solo punto de mi cuerpo. Mi piel erizada, sintiendo las cosquillas que me dejaban tus dedos hacían que no dejara de reír, mientras nuestras lenguas mantenían una batalla, intentando ganar más espacio en la boca ajena. Nos separamos jadeando por la falta de aire, mientras me apoyabas con cuidado en el espejo.

Antes de que pudieras tomar el control volví a internarme entre tus piernas. Pasando mi lengua por tu polla. Jugueteando con pequeñas lamidas en la punta, haciendo círculos, sorbiendo de vez en cuando. Mi mano se movía rápida a la par que mi boca, ayudándome a masturbarte. Mi lengua no dejaba de moverse frenética empapándote bien de saliva, apretando mis labios a la vez que mi mano de vez en cuando, haciéndote bufar. Terminando el trabajo que había empezado unos minutos antes. Tardaste poco en correrte, inundando mi boca de ti. Te lo enseñé sonriendo, y me lo tragué después de juguetear un poco con mis dedos en la boca. Te limpié haciendo que no quedase nada desperdiciado, antes de que me agarrases de los hombros tirando hacia arriba, apoyándome nuevamente contra el cristal para observarme.

Comenzaste a dejar pequeños mordiscos por mi cuello, mientras observaba nuestro reflejo en el cristal de enfrente como si de otra pareja se tratase. Sin darme cuenta me quitaste el vestido que, claramente íbamos a comprar, y seguiste mordiendo hasta mi clavícula. Rozaste mis pechos mirándolos durante unos segundos, para después comenzar a pasar tu lengua por mi pezón duro de la excitación, mientras masajeabas con una de tus manos mi teta libre. Estuviste un rato jugueteando con mis tetas, mordiendo, chupando, besando, mientras mi pecho subía y bajaba descontrolado por mi respiración entrecortada.

Seguiste bajando, colocándote entre mis piernas entre abiertas. Dejaste una de tus manos en mi cadera, y comenzaste a pasar tu lengua por mi sexo húmedo, despacio. Saboreando aquel territorio conquistado por ti hacía unos minutos. Casi sin previo aviso, comenzaste a lamer con rapidez, incluyendo a tus dedos traviesos jugueteando en mi interior. Entrando y saliendo a una velocidad que ni yo me esperaba. Mis gemidos inundaban el probador, y posiblemente parte de la tienda, pero eso solo hacía que nuestra excitación y tus ansias crecieran.

Una de mis manos apretando y pellizcando mi pezón, la otra interna en tu pelo. Mi labio inferior mordido intentando controlar los sonidos que ya estaban más que descontrolados. Mis mejillas sonrojadas, acompañadas por alguna que otra gota de sudor, el temblor de mis piernas haciendo que vibrase mi cuerpo, las contracciones de mi vagina apretando tus dedos... Toda esa visión hizo que movieras casi descontrolada tu lengua, sabiendo que me acercaba junto a una sinfonía de gemidos y jadeos.

Me sujetaste por la cadera, mientras me corría sin dejar de mover tu lengua en mi vagina, temiendo que el temblor de mi cuerpo me hiciera caer. Saliste de entre mis piernas sonriendo, empapado de mi mientras que con uno de tus antebrazos te limpiabas un poco. Me apoyaste delicadamente sobre el suelo, de rodillas y me besaste, haciendo que mi lengua probase parte de mis fluidos. Oímos ruido fuera, pero no nos importó hasta que los golpes en la puerta se hicieron más audibles. Nos vestimos rápidamente y salimos como si no hubiera pasado nada.

Nunca llegamos a comprar aquel vestido, ni nos dejaron entrar nunca más a aquella tienda.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Shh, que nos van a oír. (II)

Mis dedos rápidos se deslizaron hasta tu camisa, ayudando a desabrocharte esos botones que aun se resistían. Tus pantalones cayeron a la vez que la camiseta y sonriendo me alzaste en brazos apoyándome contra el cristal. Pegando tu paquete a la humedad de mis bragas, dejando el vestido subido hasta las caderas. Comenzaste a mordisquear mi cuello mientras notaba como enlazaba mis piernas a tu cadera, pegándote más a mi. Susurré una idea en tu oído y casi sin darme cuenta ya me estabas embistiendo, pegándome a la pared.

Mordí tu hombro ahogando un gemido para después hacerme chupar dos de tus dedos mientras me penetrabas profunda y lentamente. Comencé a chuparlos como si otra parte de tu cuerpo fuera, y adivinando mis pensamientos suspiraste embistiendo fuerte, llevando ambos dedos a mi clítoris. El contacto de ellos hizo que mi vagina se cerrase sobre tu miembro, haciendo que se sintiera mil veces mejor que antes. Mis gemidos se escapaban cuando dejabas de besarme y reías de lado cada vez que se me oía un poco más de la cuenta. No recuerdo cuando tiempo estuviste así, sujetándome contra la pared, clavándome a ella. Moviendo tus dedos rápidamente haciéndome vibrar sintiéndote dentro. Paraste unos segundos, para ver si había conseguido llamar la atención de algún cliente, o incluso de los seguratas, pero al no oír respuesta, me apoyaste en el suelo.

Me puse a cuatro patas delante de ti, alzando mi culito y entre abriendo las piernas. Te miré casi suplicante que siguieras, que tardaras lo menos posible en volver a hacerme vibrar. Haciéndome esperar un poco más, te deleitaste con el espectáculo que se abría ante ti y me penetraste casi sin avisar. Una, otra, otra y otra vez. Sin parar. Escuchando nuestros cuerpos entrechocar, sintiendo nuestros fluidos entremezclarse en uno, intentando ahogar mis gemidos con tus dedos en mi boca, casi sin efecto. Mis dedos se movían con rapidez, haciendo círculos entorno a mi clítoris mientras tu seguías a un ritmo más rápido  deleitándote con las contracciones de mi vagina sobre tu polla. Notaste que estaba a punto de correrme y aceleraste el ritmo, y justo en el ultimo minuto, saliste de mi riendo.

Me besaste y comenzaste a masturbarme con tus dedos. Me agaché entre tus piernas y comencé a comerte, limpiándote bien con mi lengua, sin dejar ni un solo rincón empapado con mi saliva. Apretando mis labios de vez en cuando, alterando los ritmos de mi lengua en la punta. Sorbiendo bien para no perderme nada de ti. Notando como mi cuerpo pide que acabes lo que has empezado. Noto que te tensas y que aprietas la mano tirando de mi pelo, ayudándome a no parar aquello que he empezado. Te miro sonriendo dejándome guiar por ti, escuchando como se te escapa algún pequeño y gutural gemido.

Sonrío parando ante tu cara atónita y me levanto a besarte. Me pego a ti, susurrando a tu oído: "No quiero que acabemos tan pronto, porque si nos tienen que oír  quiero que nos oigan bien". Dije divertida mordisqueando tu cuello, volviendo a masturbarte despacio. Intentando controlar nuestras respiraciones.