lunes, 26 de noviembre de 2012

Shh, que nos van a oír. (I)


-¿No crees que llevamos demasiada ropa? – Dije riendo mientras me empujabas dentro del probador. – Más ropa, más tiempo para estar aquí, aunque no es que haya mucha vigilancia en los probadores de esta tienda. - Dijiste cerrando la puerta detrás de ti, después de echar una ojeada y ver que nadie nos llamaba la atención.

Dejé las perchas en los colgadores de la pared y me sorprendió sentir tus brazos rodeando mi cintura tan pronto.  Habíamos elegido el probador más grande y alejado. Nos sorprendió encontrar que estábamos casi completamente rodeados de espejos y pude adivinar tus pensamientos por la sonrisa que asomó en tus labios, correspondida por la mía. Me giré rodeando tu cuello con mis brazos y te besé pegándome a ti, haciendo que nuestras lenguas juguetearan un poco en tu boca antes de morderte el labio y alejarte de mí.

-¿Qué me pruebo primero?- Dije mirándote mientras me mordía el labio divertida quitándome la sudadera, dejando visible una camiseta bastante ajustada de colores que segundos más tarde estaría encima de mis cosas, juntos con mis pantalones, quedándome en ropa interior ante ti. Sonreí mirándome de reojo en el espejo. Había acertado al llevar aquel conjunto azul con encaje negro, y un lacito en la braga.

Como no contestabas me dirigí a la primera percha para ponerme un vestido negro, bastante ajustado. De largo por la mitad del muslo, con escote en palabra de honor y unas especie de bordado acabando las mangas. Haciendo un precioso escote, con la espalda al aire. Me quite el sujetador para que no molestara en la visión de la espalda, y giré delante de ti, para que observaras el vestido.

-          ¿Y bien? – Dije mordiéndome el labio mirándote mientras retorcía mis pies entre ellos.
En vez de responder te abalanzaste sobre mí, besándome casi salvaje. Pasaste una mano sobre mi pecho, notando como mis pezones se iban poniendo duros, excitada por la situación. Seguiste bajando con tu mano hasta mi muslo y subiste por la cara interna rozando mis bragas. Dejaste de besarme, sonriendo de lado.

-          Sí, es perfecto para meter mano, pero me gustas más con menos ropa.- Dijiste mientras comenzabas a desabrocharte la camisa. 

sábado, 10 de noviembre de 2012

Gracias a la lluvia. (IV)

Mis manos arañaron la alfombra en la que estábamos apoyados, mientras que las tuyas agarraban mis caderas marcando un ritmo lento, acostumbrándonos a sentirte dentro. Mis gemidos eran audibles en toda la habitación por mucho que me estuviera mordiendo el labio para no armar mucho jaleo, oía tus jadeos por debajo de los míos y el golpear de nuestros cuerpos. Mi cuerpo a tu merced vibraba con cada embestida tuya, mientras notaba como poco a poco ibas cogiendo más ritmo, dando algún azote para sacarme algún gemido más de la cuenta.

Recorriste mi espalda con una de tus manos, haciendo erizar la piel que se encontraba debajo de esa caricia.  Cogiste con cuidado de mi hombro, y tiraste de mi hacia atrás, pegándome a tu cuerpo. Haciéndome sentar sobre ti, que estabas de rodillas, sin dejar de embestirme. Tus manos recorrían mi cuerpo, mientras tu boca no dejaba de mordisquear mi cuello, dejando pequeñas marcas que al día siguiente serían buenos recuerdos. Una de tus manos se acopló a mi pecho, y la otra después de lubricarse en mis labios rojos de tanto mordérmelos bajaron hasta mi clítoris.

Comenzaron a hacer pequeños círculos sobre él, haciendo que mi vagina se contrajese con pequeños espasmos, haciendo que mi cuerpo subiera y bajase algo mas lento, sintiéndote entero dentro de mi. Tus jadeos chocaban en mi cuello, calentándome aun más al escucharte. Sintiendo como me pegabas más a ti, moviendo nuestros cuerpos a la par. A un ritmo constante algo lento, disfrutando el uno del otro de nuestros cuerpos enlazados.

Con mucho cuidado, te desenlazaste de mi y nos colocamos en el sofá, colocándote sobre mi. Abrí mis piernas de nuevo a ti, pegándote a mi cuerpo, besándote casi desesperada por sentirte dentro de mi. Volviste a penetrarme sin pensártelo mucho, correspondiendo a mi beso. Esta vez con un ritmo casi salvaje, entrando y saliendo con velocidad y fuerza dentro de mi. Mis manos recorrían tu abdomen, para después clavarse en tu espalda mientras mis dientes se cerraban sobre tu clavícula y tu cuello, casi salvajemente, ahogando un poco los gemidos que salían de dentro de mi.

Sentía como nuestros cuerpos iban llenándose de nuestro sudor, de nuestros fluidos, mezclándose creando un aroma que horas después aun estaría en nuestra piel. Nuestros gemidos creaban una deliciosa melodía que volvería a nuestro recuerdo cuando ya hubiera acabado todo.

Clavé más fuerte mis uñas en tu espalda, apretando mi vagina para sentirte mas, y darte de paso algo más de placer. Mi respiración casi ahogada por los gemidos y mis mordiscos descontrolados por tu cuerpo, al igual que los tuyos, nos indicaban que estábamos a punto de alcanzar eso que ansiábamos tanto. Dos de tus dedos volvieron a jugar con mi clítoris haciéndome descontrolarme del todo y que mi vagina se cerrase sobre ti. Solo un par de embestidas y mordiscos hicieron falta para acabar aun mas empapados de lo que ya estábamos.

Te tumbaste junto a mi, pegando nuestros cuerpos para caber mejor en el sofá. Tus ojos me miraban con deseo, al igual que los míos. Sonreías mientras apartabas mi flequillo pegado por el sudor de mi cara. Besaste mis mejillas sonrojadas, mi nariz y después mis labios. Para quedarnos así, sin decir nada. Esperando calmarnos mientras saboreábamos una magnifica experiencia gracias a la lluvia.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Gracias a la lluvia. (III)


Bajé con rapidez entre tus piernas, recorriendo tu cuerpo con mis manos. Ese cuerpo que sabías que tanto me gustaba. Te miré divertida paseando mi dedo por encima de tu paquete, viendo como ya estaba bastante duro para jugar con él. Introduje dos dedos fríos a cada lado de tu cintura y baje rápidamente los calzoncillos dejándolos junto a mis braguitas empapadas. 

Me acomodé entre tus piernas, de rodillas y rehíce mi coleta que ya estaba medio deshecha. Reí al ver tu mirada impaciente y expectante, dispuesto a sentir todo lo que estaba por hacerte. Me agaché un poco, abriendo mis piernas, notando lo húmedas que aun estaban por haberte sentido, deseosas de lo que estaba por llegar.

Cogí con cuidado tu miembro y pasé despacio la lengua por la punta, sin dejar de mirarte a los ojos. Despacio, sin separarla haciendo círculos comencé a mover la mano despacio. Sintiendo como soltabas todo el aire de golpe. Comencé a presionar un poco más con la mano mientras comenzaba a dejar pequeñas lamidas por la punta, sonriendo de lado.

Bajé un poco más sobre ti y comencé a introducirte en mi boca, hasta donde entrase, absorbiendo un poco en la punta, para después comenzar a hacer círculos con la lengua de nuevo, mientras aumentaba el ritmo de mi mano y mi boca. Notando como ibas poniéndote cada vez más duro, y algún que otro gruñido se escapaba de ti. Intensifiqué mis movimientos de la mano, y comencé a subir por ti.

Dejé una estela de besos y mordiscos por todo tu abdomen, para después quedarme en tu cuello. Mordiéndolo, chupándolo y dejando pequeñas marquitas. Subiendo al lóbulo de tu oreja para morderlo y susurrarte al oído lo cachonda que habías conseguido ponerme y un sinfín de posturas que quería que hiciéramos.

Dejé de mover las manos, levantándome de encima de ti y apoyé mi cuerpo sobre el sofá, abriendo un poco más las piernas y levantando el culo. Te miré divertida mientras veía rápida tu reacción. Te faltó tiempo para colocarme detrás de mi, y tras comprobar con tu dedo que seguía estando en perfectas condiciones me penetraste haciéndome gemir bien fuerte. 

domingo, 4 de noviembre de 2012

Gracias a la lluvia. (II)


Alzaste la cabeza mirándome divertido dejando besos sobre la línea de la franja de mis braguitas. Mordisqueando el bordado que adornaba a mis braguitas negras. Seguiste con los besos mientras pasabas tu mano, casi imperceptiblemente, por encima de la zona más húmeda de mis braguitas.  
Reíste al ver mi mirada impaciente sobre ti, mientras volvías a subir para besarme. Mordiéndome el labio que minutos antes había estado mordiendo yo. Volviste a bajar recorriéndome y llenándome de mordiscos, lamidas y besos y llegaste a mis bragas de nuevo. Esta vez comenzaste a bajarlas poco a poco, tirándolas a un lado, para después abrir mis piernas y colocarte entre ellas.

Comenzaste a recorrer con tu dedo la línea de mi muslo, llegando poco a poco mientras casi contenía la respiración por sentirte ahí. Pasaste el dedo casi sin presionar, recorriendo por completo mientras poco a poco se iba empapando. Sonreíste de lado e introdujiste un dedo mirándome, moviéndolo con delicadeza, explorando el interior. Al ver la facilidad con la que entraba, introdujiste un segundo, moviéndolos despacio, dejando que se fueran empapando poco a poco.

Reíste al escucharme gemir, bajito, mordiéndome el labio, mientras subías para volver a besarme. Intensificando la velocidad de tus dedos dentro de mi cuerpo. Haciéndome gemir poco a poco, mientras mordisqueabas mi cuello, susurrándome al oído lo mucho que te encantaba verme así. Dejando pequeñas marcas a lo largo de mi cuello, entre mis pechos. Tus besos y mordiscos hacían que mi piel se erizase y mis pezones se pusieran duros y perfectos para juguetear con ellos. Cosa que hiciste, para no hacerles un feo.

Seguiste bajando con tu lengua, y comenzaste a dejar suaves círculos con ella hasta llegar a mi clítoris  Jugando divertido con él, mientras tus dedos cada vez iban yendo más rápidos. Pasaste tu lengua por tus labios, haciendo que me retorciera un poco sintiéndote  mientras mis gemidos se iban haciendo más audibles por todo el salón. Haciendo que mi pecho subiese y bajara al ritmo de tus dedos, con mis mejillas enrojecidas. 

Movías con más rapidez tus dedos, al igual que tu lengua, y conociéndome como me conocías paraste de pronto y subiste a besarme. Susurraste entre risas, al ver mi cara de desconcierto, que era mi turno de hacerte volar. Te besé y caímos al suelo, yo sobre ti. Y bajé entre tus piernas dispuesto a devorarte.