Aún no sé muy bien cómo pasó pero ahí estábamos riendo en el
sofá, dos botellas vacías de vino frente a nosotros y tres copas envueltos en
sudor. Supongo que fue la acalorada conversación sobre experiencias sexuales, o
el simple hecho de que el calor del buen tiempo de estos días y el vino estaban
haciendo sus efectos.
Sólo sé que todo comenzó con un juego inocente entre tres
amigos, regañándome los dos por llevar vestidos tan cortos sorprendidos por
recordar que seguía siendo una chica aunque pasase tanto tiempo con hombres,
como vosotros. Me hicisteis levantarme y comenzasteis a jugar con mi vestido, riendo
mientras me molestabais para que éste fuera subiendo hasta que os disteis
cuenta de que las medias que llevaba eran de esas con liga que paraban en mitad
del muslo.
Me reí mientras daba un trago a la copa de vino, y comencé a
contonearme escuchando una música que solo estaba en mi cabeza. Te levantaste, acoplándote
a mis movimientos haciendo restregar mi culo contra ti. Al segundo se levantó
él uniéndose al baile entre risas, mientras vuestras manos comenzaban a
recorrer mi cuerpo. Comenzó a besarme mientras tú me dabas pequeños besos por
el cuello pegándome más a ti, dejándome notar como iba apareciendo un bulto en
tu entrepierna.
Sentí como tus manos se colaban bajo el vuelo de mi vestido
y comenzaban a acariciarme por encima de las braguitas.
Las suyas bajaban los breteles del vestido
acariciando el borde mis pechos, para después sacarlos por encima del vestido,
sin darme cuenta de que mi sujetador ya había desaparecido. Mi culo se
restregaba contra tu paquete, mi mano derecha sobre el suyo intentando aún
quedarme de pie mientras empezaba a notar como casi imperceptiblemente mis
piernas comenzaban a temblar.
Me llevaste al sofá, me sentaste y sonreíste mientras te
desabrochabas los pantalones. En cuestión de segundos apareció tu polla frente
a mi, dura por la situación.
Cogiéndome de la cabeza la acercaste a mi boca rozándome
con ella. Comencé a lamerla poco a poco sin dejar de mirarte, cuando una
segunda apareció mientras me girabas la cabeza. Lamí la otra dejando la tuya
sin atender y con un tirón de pelo me regañaste. Cogí ambas y comencé a
masturbarlas con las manos, mientras con mi lengua dejaba lamidas alternas en
cada una. Pasando de lamidas a mayores chupadas fui aumentando el ritmo, ayudándome
de las manos.
Me paraste tumbándome en el sofá. Él se colocó con su polla
frente a mi, para que siguiera comiéndosela, mientras tú, abrías lentamente mis
piernas. Pasaste tus dedos frotando sobre mis braguitas húmedas, acompañando el
movimiento con pequeños besos en la cara interna del muslo, sintiendo mi
impaciencia. Fuiste despacio hasta tu objetivo, dando una gran lamida encima de
mis bragas. Apartándolas a un lado sin quitarlas comenzaste a introducir tu
lengua en ellas, rozando mi clítoris, haciéndome sentir un escalofrío con ello.
Preveía que iba a ser una gran noche.
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